Consulta privada

La sesión analítica, es el espacio ideado para el encuentro con un psicoanalista, en el que por medio de la asociación libre se habla de lo que genera malestar. Los malestares pueden ser muy diversos y quizá no se trate necesariamente de diagnósticos complejos, más bien, se trata de aquello que hace cortocircuito en la vida diaria y no se encuentra manera de hacerle frente. Así, en una sesión, se abrirá un lugar para una escucha singular a cada quien, en la que no sólo se intentará ubicar la causa de un malestar, sino además posibilitar una manera de hacer con el sufrimiento y una nueva forma de hacer frente a la cotidianidad de la vida.

preguntas frecuentes

El psicoanálisis se define por ser una experiencia de lo singular, esto quiere decir, que en una sesión psicoanalítica se ofrece una escucha particular a lo distintos síntomas que se imponen y hacen conflictiva la vida diaria. Es por medio de la palabra y de la asociación libre, donde se intenta cernir aquello que genera corto circuito en nuestra vida; podría tratarse de una relación inconclusa o de alguna dificultad laboral que se repite en distintos espacios de trabajo; pero también, podría ser una depresión o la ansiedad producida por una situación frente a la que no se tiene respuesta. Es decir, el psicoanálisis busca ubicar la causa de los conflictos que se experimentan de modos diversos, para poder hacer algo con el sufrimiento y con el síntoma que lo aqueja. Es una escucha a la medida de cada paciente, que posibilita a su vez, un nuevo modo de saber hacer con el malestar y con la vida.

Toda persona que se interrogue por algo que en su vida no concuerda y que percibe no camina sino que cojea, podría necesitar del psicoanálisis, en especial, si se busca no ser atendido bajo tratamientos encasillados que se aplican igual para todos; sino que más bien, busquen un trato ideado a las particularidades de cada uno. Por otro lado, alguien que constate que algo le ocurre pero no logra ubicar qué es, o no puede ubicar lo que hace síntoma en su vida, quizá ya se haya planteado la idea de buscar una escucha psicoanalítica.

Cualquier persona puede acudir a un psicoanalista, no existe una condición particular más que el conflicto que pueda aquejar al paciente. Por lo general, cuando alguien acude al encuentro con un psicoanalista, es porque ubica una discontinuidad en aquello que conocía, algo percibe no encaja, y muchas veces no puede ni siquiera dar cuenta de aquello que le produce malestar o las razones por las cuales se siente de determinada manera.

El psicoanalista se diferencia del psicólogo por la forma en que conduce un tratamiento y su abordaje sobre el síntoma. Por lo general el síntoma implica una falta de comprensión por parte del sujeto que lo padece, esta falla de saber que se traduce como: un no saber lo que le pasa, es lo que se asocia con las formaciones inconscientes con las cuales el psicoanálisis trabaja; el sujeto sabe que le concierne aunque no sepa bien cómo. Por lo tanto, el psicoanalista va en busca de esas causas por medio del decir del propio paciente, trata de leer en su discurso lo que se pone en juego en su singular palabra, en ese sentido, no ofrece un tratamiento universal, o igualitario para las diversas situaciones y personas, sino que adapta su escucha y orientación a las necesidades de cada paciente.

Existen algunos mitos sobre la cantidad de sesiones psicoanalíticas necesarias en un tratamiento; algunos de ellos giran alrededor de una duración muy larga, incluso años para empezar a ver una mejoría. Lo cierto es, que en el abordaje psicoanalítico no se buscan soluciones rápidas sino más bien la profundización de las causas subyacentes de lo que ha generado conflicto gran parte de la vida de un paciente; de modo que, una o dos sesiones como se podrá intuir no serán suficientes para un abordaje profundo sobre los malestares que hacen síntoma, sin embargo, tampoco se exhorta a permanecer indefinidamente a un paciente en análisis. El psicoanálisis es un proceso en el que se irá esclareciendo tanto para el paciente como para el psicoanalista el tiempo que requiere un tratamiento determinado, y donde no necesariamente se deberá esperar hasta el final, para percibir alguna sensación de mejoría frente al sufrimiento. Es por ello, que no hay sesiones límites pero tampoco mínimas, el tiempo es propio de cada paciente y de cada dificultad encontrada.

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